La brucelosis o "fiebre de malta" es una enfermedad infecciosa con episodios recurrentes de fiebre, debilidad, sudoración y dolores vagos, debida a un microorganismo llamado Brucella que está en las secreciones y los excrementos de vacas, cerdos, ovejas y cabras.
La brucelosis se adquiere al ingerir leche de vaca, de oveja o de cabra o sus derivados (mantequilla, queso) que contengan microorganismos viables (no pasteurizada). También se adquiere por contacto directo con secreciones y excrementos de los animales, por lo que es una enfermedad profesional de veterinarios, carniceros, granjeros y ganaderos.
La bacteria se puede contagiar de los animales a las personas de tres formas:
Consumo de productos lácteos crudos. La bacteria Brucella en la leche de animales infectados puede contagiarse a los humanos mediante leche, helado, mantequilla y quesos sin pasteurizar. La bacteria también se puede transmitir a través de la carne cruda o poco cocida de los animales infectados.
Inhalación. La bacteria Brucella se propaga con facilidad en el aire. Los agricultores, los técnicos de laboratorio y quienes trabajan en mataderos pueden inhalar la bacteria.
Contacto directo. La bacteria presente en la sangre, el semen o la placenta de un animal infectado puede ingresar al torrente sanguíneo a través de un corte u otra herida. Dado que el contacto normal con los animales (tocarlos, cepillarlos o jugar con ellos) no causa infección, es raro que las personas se contagien con brucelosis de sus mascotas. De todas formas, las personas que tienen el sistema inmunitario debilitado deben evitar el contacto con perros que se sabe que tienen esta enfermedad.
La brucelosis no se suele contagiar entre personas, pero se conocen algunos casos de mujeres que han transmitido la enfermedad a sus bebés en el parto o por medio de la leche materna. En casos excepcionales, la brucelosis se puede contagiar a través de la actividad sexual o por medio de transfusiones de sangre o médula ósea contaminadas
La brucelosis puede afectar prácticamente a cualquier parte del cuerpo, incluidos el aparato reproductor, el hígado, el corazón y el sistema nervioso central. La brucelosis crónica puede provocar complicaciones en un solo órgano o en todo el cuerpo. Algunas de las posibles complicaciones son las siguientes:
Infección del recubrimiento interno del corazón (endocarditis). Esta es una de las complicaciones más graves de la brucelosis. La endocarditis que no se trata puede dañar o destruir las válvulas cardíacas y es una de las principales causas de muerte relacionadas con la brucelosis.
Artritis. La infección articular se caracteriza por dolor, rigidez e inflamación de las articulaciones, especialmente de las rodillas, las caderas, los tobillos, las muñecas y la columna vertebral.
Inflamación e infección de los testículos (orquiepididimitis). La bacteria que provoca la brucelosis puede infectar el epidídimo, el tubo en espiral que conecta el conducto deferente y el testículo. Desde allí, la infección puede propagarse hasta el testículo y provocar inflamación y dolor, que puede ser muy intenso.
Inflamación e infección del bazo y el hígado. La brucelosis también puede afectar el bazo y el hígado, y hace que se agranden mucho más que su tamaño normal.
Infecciones del sistema nervioso central. Estas infecciones comprenden las enfermedades potencialmente mortales, como la meningitis, una inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, y la encefalitis, que consiste en la inflamación del cerebro.
Los médicos suelen confirmar el diagnóstico de brucelosis al analizar una muestra de sangre o de médula ósea en busca de la bacteria Brucella o de anticuerpos contra ella.
Radiografías. Las radiografías pueden revelar cambios en los huesos y las articulaciones.
Tomografía computarizada (TC) o resonancia magnética (RM). Las pruebas de diagnóstico por imágenes ayudan a identificar inflamaciones o abscesos en el cerebro u otros tejidos.
Cultivo de líquido cefalorraquídeo. Con este procedimiento, se analiza una pequeña muestra del líquido que rodea el cerebro y la médula espinal en busca de infecciones como meningitis y encefalitis.
Ecocardiografía. En este examen, se utilizan ondas sonoras para crear imágenes del corazón y buscar signos de infección o de daños.
El tratamiento de la brucelosis consiste en la administración de una combinación de antibióticos. Ningún antibiótico elimina por sí solo la infección de forma eficaz. Antes de aplicar cualquier tratamiento, el médico debe identificar el alcance de la infección, es decir, debe valorar la presencia de localizaciones focales y complicaciones como meningoencefalitis o endocarditis; en este último caso, al tratamiento con la medicación habitual (rifampicina y doxiciclina) se le añadirá un tratamiento con un tercer antibiótico (normalmente tetraciclina o un aminoglucósido).
El objetivo del tratamiento es, además de reducir el periodo sintomático de la enfermedad, evitar la aparición de complicaciones tales como la localización focal de la patología, y disminuir al máximo la aparición de recidivas.
La duración recomendada del tratamiento de la brucelosis es de un mínimo de seis semanas; en los casos que presentan localizaciones focales, puede prolongarse algo más en función de la evolución de los síntomas.
Toma estas precauciones para reducir el riesgo de contraer brucelosis:
Evita los alimentos lácteos sin pasteurizar.
Cocina la carne por completo.
Vacuna a los animales domésticos.
Usa guantes. Si eres veterinario, granjero, cazador o trabajas en un matadero, usa guantes de goma cuando manipules animales enfermos o muertos, tejidos de animales o si asistes a animales cuando dan a luz.
Toma precauciones de seguridad en los entornos de trabajo de alto riesgo. Si trabajas en un laboratorio, manipula todas los especímenes bajo condiciones de bioseguridad adecuadas. Los mataderos también tienen que cumplir medidas de protección, como separar la sala de matanza de otras zonas de procesamiento y usar ropa de protección.
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