Las várices esofágicas son venas las cuales suelen desarrollarse en la parte final del estómago. Estas venas se muestran anormalmente dilatadas, y se originan debido a la obstrucción sanguínea hacia el hígado.
Por lo general las várices esofágicas no suelen presentar síntomas, excepto en el caso de que estas venas presenten sangrado. Las várices esofágicas suelen aparecer principalmente en personas que padecen de enfermedades hepáticas en un estado avanzado.
Las causas de las várices esofágicas suelen estar relacionadas con:
Además de estas causas existen ciertos factores de riesgo de que las personas que padezcan de enfermedades hepáticas avanzadas desarrollen várices esofágicas con sangrado, debido a los siguientes factores de riesgo:
Las hemorragias son la complicación más grave que presentan las várices esofágicas. Por lo general cuando ya se ha presentado un episodio de hemorragia, existen probabilidades de sufrir de hemorragia de nuevo, y si la pérdida de sangre es considerable, puede haber riesgo de entrar en estado de shock y morir.
De haber sido diagnosticado con cirrosis, el médico deberá realizar algunas pruebas para descartar la presencia de várices esofágicas. Entre las pruebas utilizadas para el diagnóstico se encuentran:
Este procedimiento se usa para buscar y medir venas dilatadas, así como posibles puntos rojos o manchas o puntos rojos, los cuales suelen ser un indicio de sangrado.
El objetivo principal del tratamiento de las várices es la
detención del sangrado:
Sin embargo este tipo de tratamiento suele ser utilizado
solo cuando los demás tratamientos han fallado o como una medida temporal, cuando
la persona se encuentra esperando un trasplante de hígado, ya que este
procedimiento puede ocasionar insuficiencia renal debido a la filtración directa
de las toxinas desde el derivador hacia el torrente sanguíneo, cuando
generalmente deberían ser filtradas por el hígado.
Aunque no existe en la actualidad una forma de prevención de las várices esofágicas en aquellas personas que sufren de cirrosis, la administración de medicamentos betabloqueantes pueden ayudar a prevenir el sangrado en personas que ya padecen de esta enfermedad. Sin embargo, existen medidas que pueden ayudar a intentar mantener el hígado sano cuando se ha sido diagnosticado con una enfermedad hepática:
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