La
neumoconiosis asociada a la tuberculosis es una enfermedad pulmonar crónica asociada
a la presencia de la neumoconiosis como tal, la cual es una afección causada por
la inhalación de polvo, gases, humos y sustancias tóxicas, que se acumulan en
los pulmones ocasionando daños que dificultan la respiración.
En
este tipo de neumoconiosis, existen algunas cosas que aún no se encuentran del
todo definidas, como lo es el caso referente al tratamiento de la <<silicotuberculosis>>;
si su tratamiento debería ser de seis meses como para la tuberculosis normal, o
si debería ser de un período más largo, por la dificultad de la penetración de
los medicamentos en áreas fibróticas del pulmón. A pesar de esto hasta ahora la
duración del tratamiento para atacar la tuberculosis presente en este tipo de
neumoconiosis se mantiene en el estándar general para la tuberculosis, a menos
de que la tuberculosis presente resistencia.
La
presencia de neumoconiosis causada por ciertas fibras de polvo como sílice, y
sustancias con mayor toxicidad, crea mayores riesgos de desarrollar junto con
la neumoconiosis, la enfermedad de la tuberculosis. Aunque no se conoce con
exactitud las causas de la predilección del bacilo causante de la tuberculosis por
los individuos síliciticos, se piensa que una de las causas probables puede
tener relación con la toxicidad del sílice al macrófago alveolar, y también por
el grado de fibrosis en todo el sistema linfático como consecuencia de la
reacción al polvo de sílice.
Una
de las complicaciones relacionadas con esta enfermedad es la existencia de un
mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón, especialmente si la persona es
fumadora o tiene antecedentes de tabaquismo. Además de esto otras
complicaciones que pueden presentarse se relacionan con la presencia de la
tuberculosis; como posibles trastornos cardíacos, daños en las articulaciones,
meningitis y problemas renales o hepáticos.
Las pruebas para diagnosticar la neumoconiosis asociada a la
tuberculosis comprenden:
Radiografía de tórax: Mediante el uso de rayos X se busca
obtener imágenes del tórax, con el fin de detectar la presencia de anormalidades
en los pulmones.
Pruebas de función ventilatoria pulmonar: A través de esta
prueba se busca analizar cómo funciona el pulmón y las vías respiratorias, y
con ello diagnosticar el tipo y el grado de severidad de la enfermedad.
Prueba de proteína C reactiva: esta prueba comprende un
análisis de sangre para determinar el estado de la tuberculosis.
Broncoscopia: esta prueba consiste en la visualización de
las vías respiratorias, y la recolección muestras de secreciones respiratorias,
con el fin de analizarlas.
Cultivo de esputo: Esta prueba busca detectar microbios que
causen infección. El esputo es el material que sale de las vías respiratorias
cuando se tose profundamente.
A través de esta prueba se busca detectar tanto la
neumoconiosis, como la posible existencia de la tuberculosis.
Tomografía
computarizada: Este procedimiento utiliza haces de energía potentes como rayos
X para obtener imágenes del interior del cuerpo para poder analizarlas, y
verificar el estado de los pulmones.
El tratamiento para la neumoconiosis asociada a la
tuberculosis comprende una combinación de tratamientos para la neumoconiosis, y
para tratar la tuberculosis como tal.
En el caso de la neumoconiosis debido a que es una
enfermedad que no tiene cura, su tratamiento se centra en aliviar los síntomas
y mantener en lo posible, la salud del sistema respiratorio. Mientras que, en
el caso de la tuberculosis, suele usarse generalmente un tratamiento de
antibióticos, el cual suele ser administrado durante un período de seis a nueve
meses, dependiendo de la salud general del paciente y el estado de la
tuberculosis, y si la enfermedad desarrolla algún tipo de resistencia a los
medicamentos.
Dependiendo de la
gravedad de los síntomas pueden usarse los siguientes tratamientos:
Para tratar la tuberculosis, dependerá del tipo de
tuberculosis. Si se tiene tuberculosis latente, puede que solo se administre un
solo tipo de fármaco contra la tuberculosis. Pero en el caso de que la
tuberculosis sea activa, o si corresponde a una cepa resistente a los fármacos,
se deberán administrar varios fármacos al mismo tiempo.
Entre los medicamentos más frecuentes usados para el
tratamiento de la tuberculosis se encuentran la Isoniazida, la Rifampicina
(Rifadin, Rimactane), Etambutol (Myambutol) y Pirazinamida. Por lo general si
la tuberculosis resulta resistente a estos fármacos se suele usar una
combinación de antibióticos llamados fluoroquinolonas y medicamentos
inyectables, como amikacina, kanamicina o capreomicina por un período
comprendido entre los 20 y 30 meses de duración.
La
principal medida de prevención contra esta enfermedad tiene que ver con reducir
la exposición a las fibras que pudieran ocasionar la enfermedad, así como la
identificación temprana de la tuberculosis, así como su tratamiento inmediato. Asimismo,
tener al día las vacunas contra la tuberculosis constituye un factor
importante.
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