Los abscesos de las regiones anal y rectal son una acumulación
de material purulento (pus) en la zona anal y rectal
Este tipo de abscesos suelen evolucionar a través de la
formación de una comunicación entre el canal anal-rectal y la piel perianal,
por la que habría de surgir el pus, la cual es conocida como fístula anal, lo
que forma parte de la evolución de esta afección.
Entre las causas de los abscesos de las regiones anal y
rectal se encuentran:
Presencia de glándulas obstruidas en la zona anal-rectal.
Infecciones de una fisura anal.
Infecciones de transmisión sexual.
Traumas.
Presencia de trastornos intestinales, como la enfermedad de
Crohn o la diverticulitis.
Además de esto existen ciertos factores de riesgo los cuales
aumentan las probabilidades de padecer esta afección, como lo son la práctica
del sexo anal, los tratamientos de quimioterapia, sufrir de diabetes, usar medicamentos
corticosteroides y tener inmunitario debilitado a causa del VIH.
Entre las complicaciones de esta afección se encuentran:
Desarrollo de fístula anal (conexión anormal entre el ano y
otra estructura).
Infección que se extiende a la sangre (sepsis).
Dolor continuo.
Reaparición de los abscesos.
Cicatrices.
Entre las pruebas utilizadas para diagnosticar los abscesos
de las regiones anal y rectal se encuentran:
Examen tacto rectal: Este examen es una exploración física
la cual sirve para identificar el tamaño del absceso y su estado general.
Tomografía computarizada: es un estudio imagenológico el
cual sirve para identificar la acumulación de pus.
Resonancia magnética: Es una prueba imagenológica la cual
permite evaluar con más detalle la acumulación de pus.
Sigmoidoscopia flexible: Consiste en la inserción de un tubo
flexible y delgado con una pequeña cámara de video hacia la parte interior del
colon más cercana hacia el recto, en este caso.
El tratamiento suele incluir en algunas ocasiones la
administración de antibióticos. Sin embargo el uso de solo antibióticos no
logran tratar por completo el absceso, por lo cual la cirugía suele ser
necesaria.
Esta intervención quirúrgica consiste en abrir el absceso y drenar
el pus, y suele ser un proceso ambulatorio. Esto quiere decir que el paciente
puede regresar a su hogar el mismo día sin complicaciones.
Sin embargo, en los casos en que la acumulación de pus sea
profunda, existe la posibilidad de que se deba permanecer en el hospital hasta
haber drenado completamente el absceso.
Luego de la cirugía, serán necesarios baños de asiento
tibios, para aliviar el dolor, reducir la inflamación y lograr que el drenaje
del absceso sea más fácil.
Por lo general los abscesos drenados suelen dejarse abiertos
y no necesitan ser suturados. Además de esto pueden ser recetados analgésicos
para el dolor y antibióticos.
Además de esto el uso de ablandadores de heces suele ser
necesario, así como seguir correctas medidas de higiene y seguir una
alimentación líquida o blanda hasta que el absceso sane por completo.
Las medidas para la prevención de un absceso en las regiones
anal y rectal se relacionan con el tratamiento y la prevención de las
enfermedades de transmisión sexual). Por ello el usar condones durante las relaciones
sexuales, incluso durante el sexo anal es importante para evitar infecciones.
En el caso de los bebés y de los niños pequeños, medidas de
higiene como el cambiar con frecuencia el pañal, así como la limpieza adecuada al
cambiarlos pueden ayudar a la prevención.
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