La espondilosis es una afección que consiste en el desgaste
relacionado con la edad la cual afecta los discos intervertebrales del cuello. Cuando
estos discos vertebrales se van desgastando, entonces se deshidratan y se
encogen, ocasionando signos de artrosis como la presencia de protuberancias
óseas a lo largo de los bordes de los huesos.
Esta afección suele ser muy común y a medida que la edad de
la persona va avanzando, la espondilosis suele ir empeorando.
La principal causa de la espondilosis es la edad. Con el
trascurso de los años, los huesos y el cartílago que forman la columna
vertebral y el cuello se van desgastando, desgarrándose gradualmente. Junto con
esto existen ciertos factores que pueden influir en el desarrollo de esta
afección como lo son el fumar, antecedentes familiares, trabajos en los que se
hagan movimientos repetitivos del cuello, se adopte una postura incómoda o se
trabaje con cosas que se encuentran por encima de la cabeza, además de sufrir
de lesiones anteriores del cuello.
En aquellos casos en donde la médula espinal o las raíces
nerviosas resulten gravemente comprimidas debido a la espondilosis, puede haber
daños permanentes.
El diagnóstico de la espondilosis suele iniciar con una
evaluación física en la cual se buscará determinar el control de la amplitud de
movimiento del cuello, los reflejos y la fuerza muscular con el fin de
identificar una posible presión sobre los nervios raquídeos o la médula espinal;
y la manera de caminar para verificar si la comprensión afecta la movilidad al
andar.
Además de esto suelen realizarse otras pruebas entre las
que se incluyen:
Radiografías: Mediante el uso de rayos X se buscan obtener
imágenes del cuello con el fin de buscar indicios de espondilosis como espolones
óseos, además de servir para descartar otras causas del dolor de cuello y
rigidez, como lo son los tumores, fracturas e infecciones.
Resonancia magnética: A través del uso de ondas de radio y
de un potente campo magnético se buscan crear imágenes más detalladas e
identificar áreas donde los nervios puedan estar pinzados.
Tomografía computarizada: Es una prueba imagenológica la
cual puede usarse para obtener imágenes más detalladas de los huesos.
Mielografía: Este procedimiento consiste en la inyección de
un tinte marcador radioactivo en el conducto vertebral con el fin de obtener imágenes
con mayor detalle mediante tomografía computarizada o rayos X.
El tratamiento dependerá de los síntomas y de la gravedad
de la espondilosis. Entre los posibles tratamientos se encuentran:
Medicamentos antiinflamatorios no esteroides: Para ayudar al
alivio del dolor y de la inflamación pueden ser recomendados medicamentos como ibuprofeno
(Ibuprofen) o naproxeno sódico (Anaprox, Anaprox DS).
Medicamentos corticoesteroides: Sirven para aliviar el
dolor. Pueden ser usados medicamentos orales o inyectados cuando el dolor sea
muy intenso.
Medicamentos relajantes: Pueden ser recomendados relajantes
musculares para aliviar los espasmos musculares que se presentan en el cuello. Entre
los medicamentos que pueden ser usados están la ciclobenzaprina (Amrix, Fexmid)
y el metocarbamol (Robaxin).
Medicamentos anticonvulsivos. Algunos tipos de medicamentos
para la epilepsia, como la gabapentina (Neurontin) y la pregabalina (Lyrica),
pueden atenuar el dolor de los nervios dañados.
Medicamentos antidepresivos: El uso de ciertos medicamentos
antidepresivos pueden ayudar al alivio del dolor de cuello.
Medicamentos analgésicos recetados: en algunos casos puede recetarse
oxicodona (Percocet, Roxicet) para el dolor.
El aplicar compresas calientes y frías en la zona afectada
y el realizar ejercicios para fortalecer los discos vertebrales pueden ayudar a
mejorar los síntomas de la espondilosis.
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