La cistitis se refiere a la inflamación de la vejiga. En la
mayoría de los casos esta inflamación es causada por una infección bacteriana, convirtiéndose
en una infección urinaria. Una infección en la vejiga puede ser dolorosa y
molesta, y puede convertirse en una afección grave cuando la infección se
disemina a los pulmones.
En algunos casos menos frecuentes, la cistitis puede
aparecer como una reacción a medicamentos determinados, a irritantes
potenciales (como aerosoles de higiene femenina o geles espermicidas), a la
radioterapia, a irritantes potenciales o como resultado de complicaciones de
otras posibles enfermedades.
Las causas de la cistitis pueden ser:
Cistitis infecciosa: Suele ser producida en la mayoría de los casos por por un tipo de bacteria Escherichia coli (E. coli). Suele producirse cuando las bacterias que se encuentran fuera del cuerpo ingresan en las vías urinarias a través de la uretra y empiezan a multiplicarse.
En las mujeres, las infecciones bacterianas de la vejiga pueden surgir como consecuencia de las relaciones sexuales. Sin embargo, incluso las jóvenes y mujeres que no son sexualmente activas suelen estár expuestas a infecciones urinarias más leves, debido a que la zona genital femenina a menudo alberga bacterias que pueden ocasionar cistitis.
Cistitis no infecciosa: En algunos casos menos frecuentes pueden haber factores no infecciosos los cuales pueden causar inflamación de la vejiga. Dentro de la cistitis no infecciosa se encuentran: la cistitis intersticial (una inflamación crónica de la vejiga), cistitis inducida por los medicamentos (causada por medicamentos como los de quimioterapia ciclofosfamida e ifosfamida), cistitis por radiación (causada por tratamiento con radiación de la zona pélvica), cistitis por cuerpos extraños (como por el uso prolongado de un catéter), cistitis química (ocasionada por hipersensibilidad a las sustancias químicas de los baños de espuma, los aerosoles de higiene femenina o los geles espermicidas), cistitis asociada a otras afecciones (debido a una complicación de otros trastornos, como la diabetes, los cálculos renales, el agrandamiento de la próstata o las lesiones de la médula espinal).
Además de esto existen ciertos factores de riesgo que influyen en el desarrollo de esta afección como:
Ser mujer: Debido a la anatomía femenina. Las mujeres tienen una uretra más corta, lo que acorta la distancia que deben viajar las bacterias para alcanzar la vejiga.
Ser sexualmente activas: Las bacterias se pueden impulsar por la uretra como consecuencia del coito.
Uso de ciertos tipos de anticonceptivos: Como diafragmas que contengan agentes espermicidas.
Embarazo: Los cambios hormonales durante el embarazo pueden aumentar el riesgo de una infección de la vejiga.
Menopausia: La presencia de niveles alterados de hormonas en mujeres posmenopáusicas se asocian a menudo con la cistitis.
Interferencia en el flujo de orina: Como consecuencia de enfermedades como piedras en la vejiga o, en hombres, el agrandamiento de la próstata.
Cambios en el sistema inmunitario: Debido a ciertas afecciones como la diabetes, infección por VIH o tratamiento oncológico.
Uso prolongado de una sonda en la vejiga.
Si la cistitis no es tratada adecuadamente, esto puede ocasionar como complicaciones el desarrollo de infecciones renales (pielonefretis) y la presencia de sangre en la orina.
La cistitis puede ser diagnosticada mediante las siguientes pruebas:
Pruebas de orina: Puede ser realizado un examen de orina para determinar la presencia de bacterias, sangre o pus. En el caso de ser hallado alguno de estos factores, puede ser necesario la realización de un cultivo de orina bacteriano.
Citoscopia: Se trata de un procedimiento quirúrgico el cual se realiza con el fin de ver el interior de la vejiga y la uretra a través de un telescopio.
El tratamiento dependerá de la causa de la cistitis:
Cistitis bacteriana: En este caso los antibióticos son la
primera línea de tratamiento para la cistitis causada por bacterias. Los
medicamentos a usar y el tiempo de uso dependerán del estado de salud general y
el tipo de bacteria responsable de la infección.
Cistitis intersticial: Las causas de la inflamación que
provoca la cistitis intersticial son desconocidas. Por ello, no existe solo un
tratamiento que sea adecuado para todos los casos. Algunos de los tratamientos usados
para aliviar los signos y síntomas de la cistitis intersticial son los medicamentos
administrados por vía oral o insertados directamente en la vejiga, los procedimientos
que manipulan la vejiga para mejorar los síntomas (estirar la vejiga con agua o
con gas o cirugía) y el usar impulsos eléctricos leves para aliviar el dolor
pélvico y, en algunos casos, reducir la frecuencia urinaria.
Otras formas de cistitis no infecciosas: En el caso de
hipersensibilidad a determinadas sustancias químicas como baños de espuma o
espermicidas, el evitar esos productos puede ayudar al alivio de los síntomas y
a la prevención de otros episodios de cistitis.
Si la causa de la cistitis es una complicación de la
quimioterapia o de la radioterapia, el tratamiento suele centrarse en el
control del dolor, generalmente, a través de medicamentos, y en la hidratación con
el fin de eliminar los irritantes de la vejiga.
Algunas medidas para la prevención de la cistitis son:
Beber líquido en abundancia, en especial agua.
Orinar con frecuencia.
Secarse de adelante hacia atrás luego de evacuar los
intestinos.
Tomar duchas en lugar de baños en tina.
Lavar suavemente la piel que rodea la vagina y el ano.
Vaciar la vejiga lo antes posible después de tener
relaciones sexuales.
Evitar el uso de desodorantes en aerosol o productos
femeninos en la zona genital.
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