La coccidioidomicosis o fiebre del valle es una infección fúngica causada por organismos coccidioides.
Hay dos especies de hongos coccidioides que causan la fiebre del valle. Estos hongos se encuentran, generalmente, en regiones específicas. Las esporas de los hongos pueden mezclarse con el aire por cualquier cosa que altere el suelo, como actividades agrícolas, construcción o viento.
Al inhalarlos, los hongos llegan a los pulmones y causan la fiebre del valle, conocida también como coccidioidomicosis aguda. Los casos leves de fiebre del valle, generalmente, se resuelven por sí solos. En casos más graves, los médicos recetan medicamentos antifúngicos que pueden tratar la infección de fondo.
Los hongos que causan la fiebre del valle —Coccidioides immitis o Coccidioides posadasii— proliferan en los suelos áridos del desierto del sur de Arizona, Nevada, el norte de México y el valle de San Joaquín en California. También son endémicos en Nuevo México, Texas y partes de América Central y del Sur, regiones con inviernos templados y veranos áridos.
Como muchos otros hongos, las especies coccidioides tienen un ciclo de vida complejo. En el suelo, crecen como moho con filamentos largos que se rompen en esporas aéreas cuando el suelo se altera.
Las esporas son extremadamente pequeñas y pueden viajar cientos de millas por la acción del viento. Una vez en el interior de los pulmones, las esporas se reproducen, lo que perpetúa el ciclo de la enfermedad.
Factores de riesgo
Exposición ambiental. Cualquier persona que inhale las esporas que causan la fiebre del valle está en riesgo de contraer la infección. Las personas que tienen trabajos que las exponen al polvo tienen un riesgo mayor: trabajadores de la construcción, viales y agrícolas, ganaderos, arqueólogos y personal militar en ejercicios de campo.
Raza. Por razones que no están del todo claras, las personas con ascendencia africana y filipina son más susceptibles a contraer una infección grave por coccidioidomicosis.
Embarazo. Las mujeres embarazadas son vulnerables a los tipos de coccidioidomicosis más graves durante el tercer trimestre, y las mujeres que se han convertido en madres recientemente son vulnerables inmediatamente después del nacimiento de sus bebés.
Sistema inmunitario debilitado. Cualquier persona con un sistema inmunitario debilitado tiene un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves. Esto incluye a las personas que viven con SIDA o aquellas que reciben tratamiento con esteroides, quimioterapia y medicamentos contra el rechazo después de la cirugía de trasplante. Las personas con determinadas enfermedades autoinmunitarias, como artritis reumatoide o la enfermedad de Crohn, que se tratan con medicamentos antifactor de necrosis tumoral también tienen un mayor riesgo de contraer infecciones.
La edad. Los adultos mayores tienen más probabilidades de padecer la fiebre del valle. Esto puede deberse a que sus sistemas inmunitarios son menos fuertes o a otras enfermedades que afectan su salud general.
Algunas personas, especialmente las mujeres embarazadas, las personas con sistemas inmunitarios debilitados (como las que viven con VIH/SIDA) y las personas de ascendencia filipina o africana, corren el riesgo de padecer una forma más grave de coccidioidomicosis.
Entre las complicaciones de la coccidioidomicosis se pueden incluir las siguientes:
Neumonía grave. La mayoría de las personas se recuperan de la neumonía relacionada con la coccidioidomicosis sin complicaciones. Otras, principalmente las personas de ascendencia filipina y africana y aquellas con sistemas inmunitarios debilitados, pueden enfermarse gravemente.
Nódulos pulmonares rotos. Un pequeño porcentaje de personas manifiesta nódulos de pared delgada (cavidades) en sus pulmones. Muchos de estos nódulos finalmente desaparecen sin causar ningún problema, pero algunos pueden romperse y causar dolor en el pecho y dificultad para respirar. Un nódulo pulmonar roto puede requerir la colocación de un tubo en el espacio alrededor de los pulmones para eliminar el aire o una cirugía para reparar el daño.
Enfermedad diseminada. Esta es la complicación más grave de la coccidioidomicosis. Si el hongo se propaga (disemina) por todo el cuerpo, puede causar problemas que van desde úlceras y abscesos en la piel hasta lesiones óseas, dolor intenso en las articulaciones, inflamación del corazón, problemas del tracto urinario y meningitis (una infección potencialmente mortal de las membranas y el fluido que recubre el cerebro y la médula espinal).
La fiebre del valle es difícil de diagnosticar basándose únicamente en los signos y síntomas, ya que estos son generalmente confusos y coinciden con los síntomas de otras enfermedades. Ni siquiera una radiografía de tórax puede distinguir la fiebre del valle de otras enfermedades pulmonares.
El diagnóstico definitivo dependerá del hallazgo de evidencia de organismos coccidioides en el tejido, la sangre u otras secreciones corporales. Por ese motivo, es probable que debas hacerte una o más de las siguientes pruebas:
Frotis o cultivo de esputo. En estas pruebas, se analiza una muestra de la materia expulsada durante la tos (esputo) para determinar la presencia de organismos coccidioides.
Análisis de sangre. Mediante un análisis de sangre, el médico puede determinar la presencia de anticuerpos contra los hongos causantes de la fiebre del valle.
Reposo
La mayoría de las personas con fiebre del valle aguda no necesitan tratamiento. Incluso cuando los síntomas son graves, la mejor terapia para adultos sin otra enfermedad suele ser el reposo en la cama y tomar líquidos, que es el mismo enfoque recomendado para resfríos e influenza. Aun así, los médicos controlan minuciosamente a las personas con fiebre del valle.
Medicamentos antifúngicos
Si los síntomas no mejoran o empeoran, o si tienes un mayor riesgo de tener complicaciones, el médico puede recetarte un medicamento antifúngico, como el fluconazol. Los medicamentos antifúngicos también se utilizan en personas con enfermedades diseminadas o crónicas.
En general, los medicamentos antifúngicos fluconazol (Diflucan) o itraconazol (Sporanox, Onmel) se utilizan para todas las formas de coccidioidomicosis, excepto para las más graves.
Todos los antifúngicos pueden tener efectos secundarios graves. Sin embargo, estos efectos secundarios suelen desaparecer una vez que se dejan de tomar estos medicamentos. Los posibles efectos secundarios del fluconazol y el itraconazol son náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea.
Las infecciones más graves pueden tratarse, al principio, con un medicamento antifúngico por vía intravenosa, como la anfotericina B (Abelcet, Ambisome u otros).
También pueden usarse dos medicamentos más nuevos, el voriconazol (Vfend) y el posaconazol (Noxafil), para tratar infecciones más graves.
Los antifúngicos controlan el hongo, pero a veces no lo destruyen, por lo que puede haber recaídas. Para muchas personas, un solo episodio de fiebre del valle genera inmunidad de por vida, pero es posible que la enfermedad se reactive o puedes volver a infectarte si el sistema inmunitario está muy debilitado.
Si visitas o vives en zonas donde es común la fiebre del valle, toma precauciones basadas en el sentido común, especialmente durante los meses de verano, cuando la probabilidad de infección es más alta.
Considera usar máscara, no salir durante las tormentas de polvo, humedecer los suelos antes de excavar y mantener las puertas y ventanas completamente cerradas.
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