La manometría esofágica es un examen que sirve para medir el funcionamiento del esófago a través de la colocación en el esófago de una sonda fina con orificios, que en su porción final que puede medir presiones. Para esta prueba es importante la colaboración del paciente, tragando saliva o líquido cuando el médico se lo indique para que los resultados de la manometría esofágica sean concluyentes.
El paciente no debe comer ni beber nada durante las ocho horas previas al examen. Si el estudio se realizará en la mañana, no debe comer ni beber nada luego de la medianoche.
En caso de que esté tomando algún medicamento, incluyendo vitaminas, hierbas y otras medicinas sin receta y suplementos, debe informar a su médico.
Rango sujeto a evaluación de la clínica o del médico tratante.
En primer lugar, el médico que le realizará la prueba le explicará en qué consiste y qué es lo que debe hacer para tener las mínimas molestias durante la colocación de la sonda y para obtener los resultados que se esperan de esta exploración.
Tras esto, le será colocada una sonda fina, por lo general a través de la nariz, hasta el estómago. Este paso, es lo único que, en algunas personas, puede resultar molesta, por producir estornudos (al pasar la sonda por la nariz) o náuseas (al pasar por la garganta). Aunque es una prueba dolorosa.
En algunos casos en los que la colocación de la sonda sea difícil, puede ser necesario utilizar un control radiológico o ayuda mediante endoscopia. Una vez colocada correctamente en el estómago, las molestias derivadas de la exploración son mínimas y la exploración dura entre unos quince a veinte minutos.
La sonda que se ha colocado en el estómago está conectada a un sistema de presiones y a un ordenador, de manera que, las presiones que se generan en el esófago al tragar se reflejan en la pantalla del ordenador mediante unos gráficos.