Los efectos del cambio climático se han acelerado y serán más complejos en los próximos años, especialmente en el mediterráneo, donde habrá más episodios de gota fría, mayor escasez de lluvias en verano, más enfermedades respiratorias y cardiovasculares, más migraciones, hambrunas y conflictos.
Esta es la principal advertencia que arroja un estudio internacional publicado en Nature Climate Change y realizado por 18 instituciones entre las que se encuentran la Universidad Politécnica de Madrid (UMP), la Universidad de Barcelona, la Universidad Autónoma de Barcelona, el CREAF, el Instituto Mediterráneo de Oceanografía (MIO), el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y el Centro Europeo-Mediterráneo sobre Cambio Climático.
El estudio, liderado por Wolfgang Cramer, del Instituto Mediterráneo de Biodiversidad Marina y Terrestre y Ecología (IMBE), describe por primera vez los múltiples cambios a los que se enfrentarán los habitantes del área mediterránea.
En el último siglo, las temperaturas en la cuenca mediterránea han subido 1,4 grados, esto es, 0.4 % más que la media global; además, en los últimos veinte años, el nivel del mar ha subido 6 centímetros y la acidez del agua ha bajado.
Aunque el incremento de la temperatura se limita a los dos grados establecidos en los Acuerdos de París, “las precipitaciones estivales se verán reducidas entre un 10 y un 30 % en algunas regiones, lo que dará como resultado una escasez de agua e importantes pérdidas en la agricultura, especialmente en las regiones del sur”, detalla Ana Iglesias, investigadora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y Biosistemas de la UPM y coautora del trabajo.
La reducción del nivel de hielo en la Antártida, Groenlandia y otras áreas montañosas, acelerará el incremento en el nivel del mar más de lo previsto, lo que afectará “especialmente a las regiones mediterráneas, donde una gran parte de la población vive al lado de la costa”, agrega Iglesias.
Junto a todo ello, “veremos un incremento de las tormentas y una intrusión del agua del mar en los cultivos en zonas muy cercanas al mar, como el Delta del Nilo”.
Con información de EFE