La arcilla, que son diminutos cristales minerales, es uno de esos principios que se utilizan desde la noche de los tiempos para tratar la piel y aliviar todo tipo de trastornos, dolores musculares y articulares incluidos. Siempre discretas, siempre en un segundo plano, pero tan eficaces que incluso en estos nuevos tiempos cosméticos innovadores y diversos han conseguido hacerse un hueco y mantenerse firmes en él.
“Creo que las arcillas pueden hacer mucho por la piel –dice la doctora Elena Martínez Lorenzo, dermatóloga de la clínica Face Clinic–. Tienen propiedades desinfectantes y antimicrobianas, desintoxican la piel y ayudan a eliminar impurezas, y son revitalizantes; es decir, regeneran, calman e iluminan la piel“.
¿Cuándo le sienta mejor una arcilla a la piel?
“A las pieles grasas siempre les sienta bien porque las arcillas ayudan a controlar el exceso de sebo aunque no conviene utilizarlas cuando hay un brote activo porque pueden provocar irritaciones. Cuando la piel da señales de fatiga o cuando necesitemos un efecto flash inmediato, un golpe de vitalidad epidérmica, tendríamos que contar con ellas porque aportan luminosidad y mejoran el aspecto de la piel.
¿Y al cabello?
“Pueden ser muy beneficiosas para los cabellos grasos porque absorben el exceso de grasa y regulan su producción, así que el pelo aguantará limpio más tiempo (el sueño de cualquiera con el pelo graso). Por otro lado, las arcillas con mayor capacidad exfoliante son muy eficaces para eliminar residuos del cuero cabelludo y sentirlo más ligero y más fresco”.
¿Hay una arcilla para cada problema de la piel?
Pues casi. La arcilla gris, con un alto contenido en hierro, es la más eficaz para tratar problemas de acné; la blanca aclara las manchas de hiperpigmentación; la verde tiene acción exfoliante y estimula el riego sanguíneo, y la arcilla rhassoul o arcilla roja, de procedencia marroquí, absorbe impurezas y acaba con los puntos negros. Por último, los cuatro colores de la arcilla caolín se repartirían de la siguiente forma: el blanco va genial a las pieles secas y/o sensibles; el rojo tiene un potente efecto detox; el amarillo calma las pieles sensibles, y el rosa equilibra las pieles más delicadas.
¿Cómo saber que compramos una buena?
“El secreto está en el etiquetado. El producto ideal es el que sigue la regulación competente. Si lo compramos en establecimientos autorizados, aseguramos la calidad del producto”. Amantes de la cosmética DIY (do it yourself): esto suena a “mejor no experimentéis con arcillas en casa porque es un ingrediente potente y si no dais con la adecuada, a lo mejor provocáis una reacción en vuestra piel”. Queda dicho.
¿A diario o solo cuando la piel las pida a gritos?
Pues en casos de acné o cuero cabelludo muy graso es mejor que el médico prescriba el tipo de arcilla y cuándo aplicarla porque no todas las pieles y todas las patologías son iguales. Pero si lo que buscamos es mejorar el aspecto y la calidad de la piel puede ser un buen aliado siempre que no abusemos.
Yo las recomendaría una vez por semana o cada 15 días para dar un aporte extra de hidratación, exfoliación y luminosidad. No la dejaría expuesta más de 10 minutos. Pasado este tiempo, hay que retirarla con agua templada y sin frotar la piel antes de que la arcillase seque por completo”.
¿Y las enriquecidas con aceites esenciales?
“Sé que estos aceites se utilizan mucho y en teoría aportan hidratación, elasticidad, regeneración, etc, pero yo no soy muy partidaria porque, aunque la mayoría de las veces, van de naturales, puede que no lo sean y contengan activos que provoquen dermatitis alérgicas de contacto, así que yo sería prudente”.
Fuente: www.vanitatis.elconfidencial.com
Foto: mujerradiante.blogspot.com