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Razones para evitar el pescado con mercurio

Por: María Sánchez-Monge - Fecha: 2019-11-13 09:00:00 Etiquetas: pescado / nutrición

Esta es la razón por la que el Ministerio de Sanidad ha actualizado sus recomendaciones siguiendo las directrices europeas y ahora aconseja no comer pez espada, tiburón, atún rojo y lucio hasta los 10 años de edad, a las mujeres en periodo de lactancia y a las embarazadas.

El mercurio se acumula principalmente en los peces más grandes porque son los que están situados en la cúspide de la cadena trófica y se alimentan del resto de especies pequeñas y medianas que, a su vez, han ingerido el mercurio que se deposita en las algas y el plancton.

Este metal pesado constituye un potente veneno si se ingiere una elevada cantidad accidentalmente, pero su toxicidad también tiene efectos a medio y largo plazo cuando se consumen pequeñas cantidades de forma continuada, lo que sucede a través de la dieta y fundamentalmente por la ingesta de pescado. 

El desarrollo fetal, el periodo más crítico

“El periodo más crítico para la neurotoxicidad del mercurio es durante el embarazo”, subraya Jordi Júlvez, investigador en el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por La Caixa. Durante ese periodo, todo lo que ingiere la embarazada repercute, para bien o para mal, en el desarrollo fetal y, muy especialmente, en la formación del cerebro.

Las investigaciones llevadas a cabo por el equipo de Júlvez y otros científicos en todo el planeta revelan que la exposición prenatal al mercurio afecta a las funciones cognitivas superiores: memoria, atención, coeficiente intelectual, aprendizaje.

Tras el nacimiento y, sobre todo, a medida que el niño se desarrolla, los efectos van siendo menos graves. Aún así, se ha visto que puede afectar a aspectos como la velocidad de reacción o la psicomotricidad fina.

Júlvez resume cómo ejerce su acción devastadora el mercurio: “Se acumula en los músculos y la sangre y puede atravesar la barrera hematoencefálica”, que es la que se encarga de impedir la entrada de sustancias potencialmente nocivas en el cerebro. Lo que sucede es que el organismo “confunde el mercurio con el hierro, que es muy importante para el cerebro, y permite que entre en el encéfalo e, incluso, se introduzca en las neuronas”. Una vez que ha entrado en el cerebro puede acarrear la muerte neuronal, sobre todo en el periodo más crítico.

Francisco botella, del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), subraya que, una vez que este metal entra en el cuerpo, "el organismo no tiene prevista una forma de eliminación, por lo que se queda para siempre". Y llega un momento en que las pequeñas cantidades que ingerimos a lo largo del timpo causan problemas.

Por otro lado, Júlvez y su equipo han comprobado la influencia de factores genéticos en la vulnerabilidad a la toxicidad del mercurio. En concreto, han comprobado que hasta un 30% de la población infantil es portadora de una variante genética que puede incrementar la susceptibilidad a esta sustancia durante el embarazo.

Fuente: cuidateplus.marca.com

Foto: www.eluniversal.com.mx