Un reciente estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) encontró que las embarazadas que siguen una dieta mediterránea corren menos riesgo de que sus hijos tengan una trayectoria de crecimiento acelerado. Es decir, el seguir una dieta mediterránea durante el embarazo puede ayudar a disminuir el riesgo de que su hijo tenga sobrepeso.
La investigación tuvo como objetivo evaluar la relación entre el seguimiento de la dieta mediterránea durante el embarazo y las trayectorias de crecimiento y el riesgo cardiometabólico durante la primera infancia.
La dieta mediterránea es un patrón de alimentación saludable basado en un alto contenido de frutas, verduras, aceite de oliva, legumbres y nueces. Este patrón dietético se ha asociado con un menor riesgo de obesidad y riesgo cardiometabólico en personas adultas, mientras que en niños y niñas los estudios son escasos.
Sílvia Fernández, investigadora de ISGlobal y primera autora de la publicación del estudio, asegura que “las madres con menor adherencia a la dieta mediterránea eran más jóvenes, consumían más calorías, tenían más probabilidades de ser fumadoras y un nivel socioeducativo más bajo”, en comparación con las mujeres que sí seguían esta dieta. Estos resultados apoyan la hipótesis de que una “dieta saludable durante el embarazo puede tener un papel beneficioso para el desarrollo de los niños y niñas”, concluye Dora Romaguera, investigadora de ISGlobal y del CIBEROBN que ha coordinado el estudio.
En cuanto a los mecanismos que explican esta relación, la investigadora apunta a posibles “modificaciones epigenéticas que regulan la programación cardiometabólica fetal, o al efecto de los hábitos dietéticos compartidos entre madres e hijos, aunque esto debe ser estudiado en investigaciones futuras”. Sin embargo, el estudio no encontró asociación entre seguir una dieta mediterránea durante el embarazo y una reducción del riesgo cardiometabólico en la infancia, es decir, sobre la presión arterial o el colesterol. Según Fernández, una de las explicaciones puede ser que “los efectos de las exposiciones prenatales en el riesgo cardiometabólico no aparecen sino hasta más tarde en la infancia”.
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